En muchas ocasiones trabajo con perros cuyos dueños los encierran por norma antes de la llegada de una visita a casa. Si viven en una finca, normalmente en un canil, y si residen en un piso, en una habitación de la casa. Es una costumbre tan arraigada que muchos dueños ya no recuerdan si empezaron a encerrar al perro porque era molesto con las visitas o si el can empezó a ser molesto con ellas desde que comenzaron a encerrarlo. El resultado es el mismo: ese perro no sabe actuar cuando llegan desconocidos a casa.
En mi opinión, encerrar al perro cada vez que tenemos una visita puede ser una muy mala elección. Cuando me encuentro ante un caso así y pregunto qué tal se comporta el can con las visitas la respuesta suele ser «mal». A veces me cuentan que empezaron a cerrarlo cuando se hizo grande, para que no molestase.
Evidentemente, no es siempre malo cerrar a nuestro perro: debemos acostumbrarlo paulatinamente a que pueda estar solo en alguna estancia, dependencia o canil. Pero sí que es malo encerrarlo siempre que tenemos una visita, sobre todo si no le ofrecemos en otras ocasiones la oportunidad de conocer gente nueva (tanto en casa como en otros lugares).
Para evitar que el perro moleste a quienes vienen a vernos a casa debemos trabajar con él desde que es un cachorro. Así evitaremos que al crecer se les tire encima o los intimide. Si hemos adoptado a un perro adulto debemos trabajar con él también de manera gradual, aunque al principio no se muestre cómodo con los desconocidos.
Evidentemente, hay casos en los que, por necesidad, el perro debe estar separado en una habitación, por eso es importante acostumbrarlo a esta situación. Nos será útil en multitud de momentos: viajand0 (tanto en transporte público como en nuestro propio coche); si hacemos obras en casa (de manera que pueda estar en un lugar seguro); cuando necesite recuperarse de una cirugía en casa (si es necesario separarlo de otro perro, por ejemplo); estar hospitalizado; al llevarlo a una residencia canina… Y sí, también puede que sea necesario encerrarlo si tiene problemas con algún invitado concreto (una visita que tenga pánico a los perros o un perro que tenga miedo/problemas con la persona que visite tu casa, por el motivo que sea) o con un amigo que venga a casa con su perro (para evitar enfrentamientos si es posible que surjan).
Pero, como norma general, no es aconsejable que cada vez que llamen al timbre de casa encerremos a nuestro perro. ¿Imagináis a qué asociará tarde o temprano las visitas? Tengamos cabeza y enseñémosle a recibir educadamente a los invitados, y, cuando por los motivos que he explicado, debamos encerrarlo, hagámoslo, pero nunca por norma.